Una inmensa cantidad de personas alrededor del mundo tienen en su hogar una cruz. O en sus ropas, ya sea colgando de una cadena de oro o de un rosario de plástico. Algunas llevan incluso la figura de Jesús colgando sobre ella. Detengámonos en este punto. ¿Son acaso concientes los cristianos de que esa cruz fue el potro de torturas donde su Mesías colgó durante 6 horas hasta que le explotaran los pulmones? Ni siquiera hablemos de toda la gente que murió gracias a esta técnica ampliamente difundida por los romanos.
Se podría decir que es un símbolo tan universalmente aceptado que quienes lo portan pueden no reparar en esa sutileza. Aquellos un poco más pensantes esgrimirán el argumento de la Iglesia Católica: "Representa el sacrificio que Jesús hizo por la Humanidad". Nueva pausa. Yo no creo que se trate de un recordatorio. No creo que quienes nos inculcan este símbolo prentendan que no nos olvidemos de las bondades de Jesús. Tiene mucho más contenido de "Mira, basura pecadora, lo que este pobre hombre sufrió intentando salvar a la escoria como tú". O por lo menos esa es la idea que me queda, mucho más adecuada para la manipulación del individuo. ¿O no es más fácil moldear la mente de alguien avergonzado y con sentimientos de culpa? Si el uso de este símbolo me irrita es porque realmente creo en la existencia y en los valores de Jesús, y considero una falta total de respeto a su memoria recordarlo con el instrumento de su lenta y penosa muerte. No es sano para la mente de un niño concurrir todos los domingos a oír la prédica apocalíptica del sacerdote de turno teniendo a escasos metros la figura tamaño real de un Jesús agonizante y ensangrentado. Tampoco es muy coherente representar una ideología de amor, tolerancia, paz e igualdad con un instrumento de muerte. Es por eso que considero a la cruz como uno de los símbolos más perversos y fuera de lugar que existen.
Recordemos a Jesús con su imagen, o simplemente dejemos de lado el simbolismo. Y si en caso de "2da venida" el Mesías resultara fusilado, no seamos tan imbéciles de recordarlo con un rifle.
miércoles, diciembre 14, 2005
miércoles, diciembre 07, 2005
¡Vení, Chicken Little!
Ya llegó para todos ustedes el nostálgico artículo frívolo del año. Dediquémoslo a las queridas películas de Disney que han nutrido las infancias de tantos de nosotros. Lo admito: soy un obsesivo fanático de los films en su idioma original, puedo estar ante una película del idioma más inverosímil y aún así aceptar los subtítulos obviando la graciosa sonoridad, llego al extremo incluso de ver películas animadas para niños (y no tan niños) con solo saber que en el reparto original hay una voz que pueda valer la pena. Pero solía conservar un mínimo de tolerancia. Crecí con las películas de Disney dobladas al accesible e inofensivo lenguaje neutro, y hoy, años después, soy capaz de sonreír luego de escuchar un pasaje conocido. Es por eso que considero inadmisible lo que se está haciendo ahora. Pasamos de las versiones en lenguaje neutro a un horrendo híbrido porteñomejicano que supestamente nos brinda una película argentinizada y accesible para todo el público. Permitidme vomitar. Considero mucho más sano aceptar simplemente la precencia de un producto extranjero y disfrutarlo con altura antes que inventar un doblaje cacofónico plagado de incoherencias dialécticas y tonos forzados. Dejemos a nuestra juventud conducir programas como "El Último Pasajero", a Florencia Peña las otra blasfemias argentinoyanquis como "Casados con hijos" o "La Niñera" (versiones adecuadamente adaptadas). Y dejemos a los queridos viejos dobladores hacer su trabajo para disfrutar luego una grata experiencia en el cine.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)