martes, agosto 19, 2008

Historia violenta en Brooklin (III)

Llegando al final de la mini-saga.

Brooklin estaba desierto pasadas las 4 de la mañana. Ni siquiera las cuadras circundantes a la comisaría ofrecían un reparo muy confiable a la habitual inseguridad del distrito. Lógicamente, no era algo que pudiera preocupar en lo más mínimo a Jack Hamilton: él mismo era una de las tantas personas que hacían de Brooklin un lugar inseguro. Pero estaba parado en un lugar muy distante del de los pandilleros miserables, capaces de apuñalar a un extraviado transehúnte sólo para obtener una billetera. Hamilton era intocable para ellos. Hamilton sólo sería ajusticiado el día que hubiera intereses enormes detrás de alguna operación incomprensible. Tan inmensa, que Hamilton sólo sería un factor más a transformar en una gran sucesión de poderes. Jack Hamilton suspiró: era, en efecto, un profesional, y sabía muy bien dónde estaba parado. Moriría sin que nadie supiera de su existencia, y su eventual asesino no sabría nada de él: sólo se dedicarían a eliminar a toda la cadena de mando. Un negocio siniestro, pero, a fin de cuentas, un buen negocio.

Caminó hasta la comisaría sin cruzarse con nadie. ¿Cuándo habían comenzado los llamados? Tenía que haber sido a las 3 de la mañana: Jack tenía problemas para dormir esa noche, y la última vez que había mirado el reloj eran pasadas las 2 y media. Los grandes cambios habían comenzado, y todos los grandes cambios en el negocio siempre estaban salpicados de sangre.
Jack entró a la comisaría y preguntó por O'Malley. "Soy su abogado", declaró. El policía de la recepción hizo un gesto cansino con la cabeza, apuntando al fondo del pasillo. Acto seguido, Jack Hamilton se dirigió a una puerta custodiada por un oficial cuya placa rezaba "Summers": rostro y nombre conocidos. Hamilton se acercó mecánicamente a la puerta, dirigiéndole al oficial una mirada fugaz seguida de una levísima inclinación con la cabeza: nadie más debía reparar en esa cortesía. Entró en la habitación donde se llevaban a cabo los interrogatorios: Mike O'Malley lo miraba fijamente desde el rincón opuesto, con los brazos cruzados y la furia estampada en su rojizo rostro. Aún en aquella situación, encerrado y privado de cualquier privilegio, el tácito dueño de Brooklin lucía igual de aterrador que siempre. Una pequeña mesa con 2 sillas se interponía entre los hombres.
- Vas a tener que explicarme porqué estoy aquí- exigió el irlandés una vez cerrada la puerta.
Jack Hamilton se tomó su tiempo antes de contestar: la situación era demasiado complicada y decidió sentarse primero.
- Te acusan del asesinato del reverendo.
"Al grano. Con gente como O'Malley, en un caso así, lo mejor es ir al grano"
El irlandés sacó de su bolsillo un atado de cigarrillos y un encendedor.
- Lo mismo que me dijo éste- dijo señalando a la puerta, mientras intentaba hacer funcionar el encendedor -. Imposible. Yo no ordené la muerte del maldito Sullivan. El muy cretino debe haberse fugado luego de la visita de los muchachos.
Hamilton suspiró: venía la parte difícil.
- Summers actúa muy raro- prosiguió O'Malley-. Dijo que las cosas se habían salido de control. "Llame a su abogado, O'Malley..."- se burló impostando una voz nasal - "... pero no espere mucho. Cruzó la línea y hay mucha gente involucrada". Lucía nervioso, el imbécil... No le pago por estar nervioso.
Le dio una larga pitada al cigarrillo y empezó a dar vueltas por la habitación.
- Mike...- dijo Hamilton con cautela - no entiendes la gravedad de la situación: el padre Sullivan está muerto, tus muchachos lo asesinaron. El sepulturero también, y puede ser que haya más víctimas. Por alguna razón, la puta Iglesia se convirtió en una carnicería...
O'Malley se detuvo.
- No puede ser- dijo con la mirada perdida.
Jack Hamilton se mantuvo a la espera.
- ¡No puede ser, un sacerdote! - aulló el irlandés mientras daba un puñetazo en la mesa. El cigarrillo había caído al piso.
- ¡¿Cuál es la excusa?! ¡¿Porqué?! ¡¿Porqué?! ¡Los muy imbéciles...!- por primera vez, el rostro del traficante denotaba sincera preocupación.
"A veces me asusta hasta a mí" reflexionaba Hamilon, manteniendo un respetuoso silencio, mientras reparaba en los casi 2 metros que medía el irlandés.
- Pero no podrán vincularme- agregó mientras se sentaba, tratando de mantener la compostura -. "Obra de dementes", eso dirán los diarios. "Salvaje atentado de los anarquistas", eso es. No, no responderé por el accionar de un puñado de energúmenos que no son capaces de intimidar a un sacerdote.
Por el vidrio opaco de la puerta se distinguía la silueta de otro oficial que ahora conversaba con Summers. Hamilton no supo hasta qué punto era seguro seguir hablando del asunto.
- ¿Confías en él?- le dijo a O'Malley tras un breve silencio, señalando a sus espaldas con la mirada.
- ¿Porqué los perros son fieles a los hombres?- respondió automáticamente O'Malley.
- Porque son estúpidos- terminó de enunciar Jack Hamilton. Le hubiera gustado poder sonreír. Siempre se divertía con esa máxima que O'Malley utilizaba para explicar el funcionamiento del mundo.
- Exacto- dijo O'Malley, sonriendo satisfecho-. No te preocupes. Summers es demasiado estúpido como para traicionarme. Recuerda Jack: nunca delegues responsabilidades en gente inteligente, porque son los que saben utilizar el poder que les otorgas para traicionarte. Desconfía siempre de aquellos capaces de pensar en el beneficio propio.
Jack Hamilton se mantuvo serio. Admiraba a O'Malley, pero los hechos recientes demostraban la falibilidad se su filosofía. El irlandés ignoraba de forma temeraria el infinito potencial destructivo de los imbéciles.
- Me he cuidado las espaldas Jack, no llegué al lugar en el que estoy comportándome como un maldito novato. Conozco las calles y conozco a la gente. El reverendo tenía que callarse de una forma u otra. Seguro: yo no quería que fuera así... Pero quienes cometieron el error serán quienes paguen por él.
- 2 de los tuyos murieron en la Iglesia. Mandaste a 5...- Hamilotn sabía que no podría evitar encarar el tema principal por mucho más tiempo.
- ¿Traición?- O'Malley levantó una ceja - ¿Quiénes sobrevivieron?
- Williams, Jefferson, O'Hara...
- Mátalos a todos. Ni siquiera me interesa lo que haya ocurrido en la Iglesia: ellos habrán de sufrir las consecuencias de comportarse como jodidos cowboys. Conozco la ley: no pueden retenerme por mucho tiempo más. Cuando limpiemos el desorden, la policía se encontrará conque no tiene manera de construir un caso.
Hamilton juntó aire.
- Mike... el FBI tiene a Jefferson.
Mike O'Malley quedó paralizado. Estaba prendiendo su segundo cigarrillo.
- El senador Troy me dijo que ya firmó una declaración, lo tienen encerrado en alguna fortaleza impenetrable. No te hagas ilusiones: Troy sonaba muy molesto, dijo que no volvieras a intentar contactarlo.
O'Malley tronó sus dedos, mirando al vacío. El inerte cigarrillo pendía de sus labios, consumiéndose a sí mismo.
- Le ofrecieron algún pacto espectacular- siguió Jack-. La campaña del reverendo fue lo suficientemente atractiva como para que todo el país saliera a las calles con sus biblias a reclamar tu cabeza. Ahora el FBI tiene a un hombre que puede hablar con lujo de detalles (y, porqué no, inventar alguna que otra historia) acerca de todas tus actividades en Brooklin.
O'Malley estaba pálido. Tenía la expresión de estar buceando en un pantano.
- El senador Troy podría ayudarnos a acceder a Jefferson y asi...
- ... Troy es un hombre de negocios Mike, y hace rato que ya no eres un socio rentable. Ni todo el dinero de todo el whisky del mundo hará que los votantes olviden todo el circo del sacerdote, cuyo broche de oro fue el asesinato tras el cual tú mismo estuviste. ¡Cruzaste la línea! ¡Troy no es estúpido!
La última frase había estado de más.
- ¡Yo no dí esa orden, idiota!- vociferó O'Malley levantando el dedo índice, mientras volvía a estampar la mesa con su manaza izquierda -¡Y nunca vuelvas a cuestionarme!
El líder del hampa se llevó las manos al rostro al mismo tiempo que terminaba de incorporarse. Empezó a caminar por la habitación.
- Construirán un caso... Jefferson dirá lo que los muy malditos quieran que diga... y construirán un caso. ¿Bastará con su testimonio para encerrarme de por vida?
Era una pregunta retórica, y Hamilton sabía que debía permanecer callado.
O'Malley se detuvo y comenzó a asentir con cara de resignación.
- Asegúrate de que sea el único testimonio. No me importa morir en la cárcel, pero no toleraré que se ridiculice mi nombre. Esta es la última vez que se meten con Mike O'Malley- dijo con un tono calmo pero severo.
Jack Hamilton no esperó más y se incorporó. Hubiera saludado a O'Malley, pero éste ahora la daba la espalda y prendía su tercer cigarrillo. Salió de la habitación y de la comisaría sin cruzar la mirada con nadie. Fue la última vez que vio al Amo del Escarmiento.

---

Una vez más, caminaba solo por las calles de Brooklin, esta vez con su cartuchera y su Colt de 6 balas cargada. Jefferson no tenía ningún tipo de familia, así que era totalmente inabordable. Williams... bueno, todos sabían que era poco más que un primate con la capacidad de oprimir correctamente un gatillo: ya habría tiempo de sobra para llegar a él. Hamilton pensó en O'Malley: no se podía contar con la gente capaz de pensar en el beneficio propio, el senador era la prueba viviente de ello. Del otro lado de la moneda, gente como Williams era la que terminaba por convertir un llamado de atención en una masacre de 4 muertos o más. "El negocio", murmuró.
Hamilton se detuvo frente a la modesta casa de O'Hara y golpeó la puerta. Un hombre bajito y regordete le abrió con sorprendente velocidad.
- Jack- murmuró con un hilo de voz-. Pasa, pasa...
Esperaba que las circunstancias no tuvieran que volverse violentas. Todavía no era lo suficientemente cínico como para dar por sentado que O'Hara era un traidor, o un descerebrado.
Estaban en un pequeño hall escuro con escaleras. A los costados estaban el comedor y el living.
- Un desastre, un verdadero desastre...- siguió mascullando el hombrecito mientras cerraba la puerta.
- O'Malley está preso.
El dueño de casa hizo una breve pausa y volvió a hablar:
- Maldita sea... No tardará en salir. Todo fue culpa de Brown y Ledger, realmente no hubo ninguna necesidad de...
- O'Hara...- Hamilton había reparado en un pequeño bolso de viaje al pie de las escaleras - ¿qué es eso?
O'Hara se dio vuelta, nervioso.
- ¿Eso? ¿Qué crees, Jack? Voy a Boston, a buscar a Williams. El muy cretino desapareció ni bien salimos de la Iglesia y desde entonces no he parado de seguirle el rastro. Ni siquiera he dormido...
Hamilton ni se inmutó. Sólo asintió una vez al escuchar la palabra "Boston": recordaba que Williams tenía familiares allí.
- Si me preguntas, creo que intenta desligarse de todo esto- agregó mientras se inclinaba para recoger el bolso-. Pero no: tendrá que darle a O'Malley las explicaciones que se merece, él estuvo tan presente como yo.
- ¿Y Jefferson?- disparó con calma Jack.
O'Hara se quedó en silencio un rato, con una expresión indescifrable en la que se mezclaban el miedo y la perplejidad.
- Jack... Jefferson está muerto...
- No, Ronald, no está muerto. Y el hecho de que me digas eso significa que eres un estúpido o, lo que es peor, que intentas tomarme a mí por estúpido- espetó Hamilton.
- Jack, yo no...
- ¿Jefferson se puso en contacto contigo? ¿Algún llamado en las últimas 3 o 4 horas?
- ¡Por Dios, Jack! Eso es imposible...
- Colabora, ¿quieres?- dijo Hamilton, cansado. Acababa de sacar su revólver y apuntaba firmemente a O'Hara.
- Ronald...?
Ambos hombres giraron la cabeza hacia arriba. Una figura femenina estaba parada al pie de las escaleras, a punto de bajar. Llevaba también un bolso de viaje.
Hamilton suspiró.
- ¿Tu mujer también quiere encontrarse con Williams?- ironizó.
- No, Jack...- sollozó O'Hara.
- ¿Jefferson llamó?- ahora apuntaba a la mujer, que había quedado paralizada al pie de las escaleras.
- ¡Jack, te lo ruego!
- ¿Jefferson llamó?
- ¡Fue la policía, Jack!- estalló O'Hara -¡Quieren que nos encontremos con Jefferson! Ya todo ha terminado, Jack. ¡O'Malley está acabado y tú debes salvarte como nosotros!
- Tú no vas a salvarte- dijo Hamilton un segundo antes de dispararle en el estómago a la mujer, que cayó estrépitosamente por las escaleras.
- ¡Noooooo! ¡Josephine!- gritó O'Hara corriendo hacia las escaleras.
Hamilton se hizo a un lado. Cuando O'Hara se arrodilló sobre ella, ya había caído al piso.
- ¡Josephine...!
Otro disparo. Ronald O'Hara yacía ahora sobre el cuerpo de su mujer, con un agujero de bala en la espalda. Jack se acercó lentamente y le dio un disparo de gracia a cada uno, en las sienes. Quedaban 2 balas en su revólver.
Se quedó unos minutos contemplando la morbosa escena. En parte estaba compungido: O'Hara siempre le había caído bien, y en menos de 6 horas tuvo que descubir que se trataba de un inepto y, como si fuera poco, un traidor. Eran motivos de sobra para llevar a cabo el procedimiento estándar, pero le hubiera gustado recibir alguna explicación satisfactoria, por parte de O'Hara, que le hubiese ahorrado lo que acababa de hacer. Se disponía a abandonar la escena del crimen cuando...
- Mamá...?
"Mierda" Lo había olvidado. Los O'Hara tenían un hijo, de unos 12 o 13 años. Subió las escaleras con desgano. En momentos así, odiaba su trabajo.

---

Salió de la casa con el revólver vacío, reafirmándose a sí mismo que nunca tendría hijos. Acababa de demostrar empíricamente que el mundo era un lugar demasiado horrendo para un niño inocente. Siendo conciente de esta realidad, el hecho de tener un hijo constituía, además de una molestia, una cruda muestra de sadismo innecesario.
Era el principio del fin. O'Hara estaba directamente involucrado en la masacre, pero no era sino el primero de una larga lista de personas a silenciar. La era de O'Malley había terminado: era su deber (y su trabajo) que todo ocurriera de la forma más rápida y "prolija" posible. ¿Reclamaría él mismo un lugar en la nueva organización? Tendría que pensarlo... Pero podía especular con bastante presición sobre el futuro inmediato: terminada la limpieza, más tarde o más temprano, los italianos se avalanzarían como buitres sobre el barrio. Los irlandeses estarían necesariamente debilitados, y la sola idea de defender el vecindario con los pocos sobrevivientes de confianza resultaba epopéyica. No... muy arriesgado... La muerte del reverendo había sido, en efecto, un punto sin retorno. Habría que esperar en la sombra y ver cómo se desenvolvieran los acontecimientos. Mientras tanto, quedaba trabajo por hacer, y luego de caminar un par de cuadras volvió a cargar su revólver. Fue la última vez que se metieron con Mike O'Malley. Y nadie en Brooklin olvidaría jamás su último escarmiento.

lunes, febrero 18, 2008

Manual del Ciudadano Ario

Enseñanzas del Mariscal Ludwig Von Stauffenberg

1) El Ciudadano Ario rechaza y combate la masonería, el judaísmo, la homosexualidad, la tolerancia, el amor y la moral, así como cualquier otra manifestación de la Insurrección Bolchevique.
2) El Estado es impecable y perfecto. El Ciudadano Ario debe acatar los mandatos del Führer en cualquier momento y/o contexto. El Ciudadano Ario se sabe no apto para cuestionar los designios divinos de quien es irrevocablemente superior a él, y acepta su rol con humildad.
3) El Ciudadano Ario es conciente de su superioridad racial sobre los demás seres y obra en consecuencia. No tolera la ofensa antiestética de la mera interacción visual con bestias inferiores, ya sean ratas o comunistas.
4) El Ciudadano Ario no ilustra a la escoria: suprime a la escoria.
5) Los conceptos de “terrorismo de Estado”, “mala gestión”, “despotismo”, “corrupción estatal”, “nulidad estratégica”, “fanatismo” y “arbitrariedad” no tienen ningún valor en el mundo real. Fueron inventados por el periodismo judío.
6) El método universal para solucionar cualquier conflicto diplomático, político, social o económico está al alcance de cualquier Ciudadano Ario: una invaluable Luger.
7) La historia nos enseñó que todo puede resolverse mediante la violencia. La semántica y la retórica, al igual que la diplomacia, son artes subversivas y han de ser evitadas a toda costa.
8) Ni Karl Marx ni Rosa Luxemburg eran ciudadanos alemanes. Marx era un abominable polaco y Luxemburg probablemente fuera francesa.
9) Jesucristo, nuestro señor, vela por la paz de los pueblos. Un Ciudadano Ario debe seguir sus enseñanzas al pie de la letra.
10) El pelo largo, las ideas pacifistas, el desacato a la autoridad y el planteo de cualquier tipo de idea revolucionaria que atente contra el orden establecido, son males que el Ciudadano Ario ha de eliminar con su Luger valiéndose de la mayor crueldad posible.

domingo, febrero 10, 2008

Historia violenta en Brooklyn (II)

Procurando darle un mínimo hilo conductor al blog.

-Por favor no te largues a llorar- musitó Tom Queenan en un forzadísimo susurro.
Esa pausa en la desesperada huída podía ser fatal, pero Tom era conciente que un llanto de su sobrina podría poner fin a sus vidas en un instante. En un oscuro callejón, el hombre se hallaba arrodillado frente a la niña de 3 años. Temblaban. Las manos de él la aferraban firmemente por los hombros, y cuando terminó de hablar temió estar lastimándola. Los grandes ojos celestes de la pequeña, ya húmedos, se clavaban en el delgado rostro de su tío. ¿Ella entendía? No, no entendía. Pero podía vivir un miedo que le era totalmente ajeno, el miedo de ese hombre desesperado que orillaba los 50 años. Muchos años después, Mary recordaría vivamente la expresión del hermano de su padre, cuando se había resignado a su propia muerte pero no a la de su única pariente viva. Esa noche, sin embargo, no pudo hacer más que tragar saliva y asentir lentamente. Tom suspiró complacido, pero lejos de estar aliviado. Abruptamente y de forma casi involuntaria, la abrazó con fuerza durante unos breves segundos. Luego, con la misma mecanicidad, la aferró con su brazo derecho y se incorporó.
Tom miró a su alrededor y evaluó la situación: ahora sí estaba en problemas. Su improvisada huída lo había conducido a un callejón sin salida, al que había accedido desde el edificio de departamentos. La elevada reja que daba a la calle estaba cerrada con un candado, y la sola idea de saltarla con la temblorosa niña a cuestas era ridícula. A sus espaldas, el paredón semi-derruido era inaccesible a menos que quitara del medio los viejos botes de basura...
"... montando un escándalo infernal. ¡Brillante, imbécil!", pensaba Tom, enojado consigo mismo. No podía oír a sus perseguidores, pero sabía que no tardarían en dar con su paradero. Lo demás estaba sobreentendido: abrirían fuego a discreción y los masacrarían a él y a su sobrina, tal y como habían hecho con William y su hijo John. Todo había sucedido demasiado rápido, más de lo que su mente podía tolerar. ¿Cuántos eran? ¿4, más de 5? ¿Qué importaba? Él estaba en el baño cuando le llegó el rumor de una discusión, pero nada más. Lo que vio al salir quedó grabado como una película: esos hombres(vaya a saber cuántos) vestidos de traje sacando las "Thompson" que ocultaban tras sus espaldas. William, el dueño, y John estaban detrás de la barra. "¡Dios, sus rostros!" pensaba Tom mientras aguzaba el oído, con la ingenua esperanza de que sus perseguidores no aparecieran. William y su hijo murieron bajo la brutal ráfaga de metralla con los ojos como platos. "Pobres..." pensaba Tom. En su inocencia, ignoraban los extremos a los que podían llegar los hombres de O'Malley. El Amo y Señor del barrio era el único distruibuidor de licor en esa zona, y cuando no conseguía encontrar o forzar a los compradores... "No es la primera vez que pasa" pensaba Tom mirando a su alrededor, sin saber qué hacer. Escarmiento. Mike O'Malley era el Zar indiscutible del Escarmiento.
Dios sabe cómo hizo Tom Queenan para salir de la cantina. Bastó con una mirada del matón más cercano para que el irlandés girara sobre sí mismo y corriera a estrellarse contra la pequeña ventana del baño. El sonido de los cristales rotos le pareció delicado en comparación con el estruendo de las ametralladoras que disparaban al sanitario. Cuando Tom cayó del otro lado, tenía un grueso vidrio clavado en el hombro izquierdo. No tuvo que pensarlo 2 veces: se incorporó, trastabillando, y corrió a toda velocidad hacia su casa, oyendo tras de sí las maldiciones de los sicarios. Una vez que despertó a Mary y la sacó del apartamento, todo fue azaroso. Ni bien salió del edificio vio a los hombres en la esquina, y sus disparos fueron prueba suficiente de que ellos también los habían visto. Tom alzó a la niña, corrió en línea recta, cruzó la calle y se internó en un callejón. Finalizado el tramo, giró (porque sí) a la izquierda y siguió corriendo, incapaz de razonar siquiera si estaba yendo a un lugar en particular. Ahora, atrapado y sin salida aparente, comprendía el concepto de desesperación. Su huída era primitiva, salvaje, animal; motivada por el más primitivo, salvaje y animal de los sentimientos: el miedo. Tom escapaba sin un dejo de racionalidad "pensando" solamente en el presente inmediato, saltando de un peligroso escondrijo a otro. Estaba convencido, sin embargo, de que no vería otro amanecer. El porvenir que había idealizado jamás llegaría... o al menos para él. Podía (¡debía!), no obstante, evitar que ese infierno de venganzas y negocios turbios arrasara con el futuro de la pequeña Mary. Sólo debía asegurarse de que ella estuviera a salvo y pronta a abandonar la Costa Este. Sólo entonces se enfrentaría a su destino. Con un poco de suerte (esperaba), alcanzaría para que dejaran a su sobrina en paz. Si ambos huían juntos, por el contrario, existía la posibilidad de que intentaran rastrearlos. Había ocurrido antes.
Tom Queenan corría hacia adelante, incapaz de oír otra cosa además de sus pasos. No podía oír. No quería oír. Pero sucedió: adelante, doblando la esquina, oyó un disparo. O eso fue lo que pensó. Creyendo, en definitiva, que sería interceptado, volvió a girar a la izquierda y, "Obra y gracia de Dios", entró por la puerta abierta del polvoriento edificio de departamentos. Atravezó el pasillo abandonado y, ni bien vio una ventana abierta, le ordenó a la niña que se agarrara de su espalda. Acto seguido, bajó al callejón. "Obra del maldito Demonio", pensó al caer, regañándose por su anterior entusiasmo.

Los oyó. Las voces y los pasos se acercaban por la calle. Tom contrajo sus dedos sobre la espalda de la niña, en un acto tan instintivo como inútil. Intentar esconderse equivalía un suicidio, más aún tratar de saltar la reja. Por simple descarte, debía optar por el paredón. Respiró hondo y puso manos a la obra: sortear los botes, primer obstáculo. No podía tomarse demasiado tiempo y no podía hacerlo demasiado rápido. "Maldita sea mi suerte", y se abrió camino haciendo contorsiones. Uno de los botes contra el paredón estaba erecto y adecuadamente tapado. Quizás, podía usarlo como peldaño para pasar al otro lado. No había demasiadas opciones, así que contuvo la respiración y subió con Mary a cuestas. De no haber sido por los pasos en la calle, se hubiera alegrado de que el bote no hiciera ruido. "Agárrate fuerte, Mary", susurró Tom, y sin perder un instante apoyó sus manos contra el borde de la pared y trepó. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para ahogar su grito cuando el inoportuno vidrio que allí reposaba se enterró en su palma derecha. Pero no pudo conservar la calma. Una vez perdida la concentración, no reparó en el ladrillo suelto que él mismo tiró mientras se incorporaba. El estruendo de los matones fue la respuesta al estruendo del impacto metálico contra el bote de basura. Queenan se dejó caer del otro lado del paredón. Fue imposible contener el alarido: hubiera jurado que oía cómo se quebraba la pierna bajo su cuerpo. La situación lo había sobrepasado, aquel momento era más insoportable de lo que nunca hubiera podido imaginar. Y nada podía ser peor que los ínfimos sollozos infantiles que ahora oía sobre su cabeza. Sollozos que, con la sufrida obediencia de una niña amorosa e inteligente, no podían (ni hubieran podido nunca) ser oídos por nadie más que él. Tom no concebía manera de salvar a la pequeña que lloraba en silencio sólo porque él se lo había ordenado, cuando vio a dos
cuadras de distancia y se odió por su estupidez.

El Padre Sullivan, reflexionando más tarde, comprendió que su inusual desvelo formaba parte del plan del Señor. A las 2 de la mañana, había abierto la puerta de su iglesia a un alma desesperada, a un alma que realmente necesitaba de él como nunca antes había necesitado nadie. Sullivan entendería, más adelante, que a pesar de su juventud (tenía 34 años), Dios le había concedido el privilegio de cumplir la verdadera misión del Pastor cristiano.
- Se llama Mary, Padre... - jadeó el sudoroso hombre después de que Sullivan cerrara la puerta- Su madre está en Los Angeles, California, y su nombre es Martha... Martha Ferguson.
Sullivan miró con piedad al hombre ensangrentado que había caído de rodillas en su iglesia. Sabía que cargaba con una Cruz demasiado pesada para sus hombros y que estaba, como Cristo, a punto de dejarse llevar hacia la muerte. Lo sabía.
- No... No pude juntar el dinero a tiempo... - dijo el hombre sin poder contener las lágrimas - Viajaríamos juntos... La devolvería a sus brazos, tal y como quiso... Tal y como quería su padre...
La niña sollozaba en silencio, erguida con una dignidad solemne y abrumadora. El hombre se arrastró hacia ella y le besó cariñosamente la frente, mientras le daba su último abrazo.
- Hijo mío - dijo solemnemente Sullivan mientras el hombre se levantaba -. Tiene que haber otra solución, no debes limpiar los pecados ajenos con tu muerte.
Horas después, Sullivan sería conciente de la grandeza de aquel individuo que le contestó, sin malicia ni sorna.
- Me extraña, Padre- y agregó con una sonrisa, mirando el crucifijo del altar -. Es lo que él hubiera hecho.

Mary acababa de acostarse cuando se oyeron los disparos. El Padre se dio cuenta de que su fugaz ilusión de que nunca más sabría del paradero de Tom Queenan acababa de desmoronarse. Con paso decidido (y envalentonado por un misterioso fervor) abrió la puerta y salió a la calle. Queenan reposaba en un charco de sangre y sus 6 asesinos miraban fijamente al corpulento sacerdote.
- ¿Dónde está la niña, Padre? - preguntó uno, con desprecio.
- A salvo de la inmunda escoria como ustedes - respondió firmemente.
El hecho de que los sicarios no se inmutaran era una muestra de lo insólito de su situación. Sabían que el asesinato del sacerdote iba más allá de un simple ejemplo para el barrio.
- No juegue con la ira de O'Malley, Sullivan - le advirtieron mientras se acercaba al cadáver.
Sullivan contestó luego de cerrar los ojos de aquel mártir que había muerto sonriendo. El hombre que habría de cambiar el destino de Brooklyn fue igual de lacónico que sus interlocutores:
- Ustedes no jueguen con la ira de Dios.

domingo, enero 27, 2008

Los Redondos, disco por disco

Nota preliminar: ésta es una crítica muy personal en la que voy a tratar de ser lo más objetivo posible. Si olvido escribir algún "en mi opinión" va a ser para que la lectura no sea tan reiterativa, no es mi intención bajar línea sobre "qué es bueno y qué no" al hablar de un conjunto con más de 20 años de trayectoria. Los Redondos no es una banda que se destaque demasiado por la complejidad de sus armonías o por la cantidad de acordes en los temas. Son, no obstante, genios indiscutibles en cuanto al manejo de los recursos y la creación de climas. Vale destacar el magistral uso del lenguaje del "Indio" Solari y la versatilidad y criterio de Skay Beilinson, que sin hacer un macro-despliegue de velocidad (o de ruido) aporta exactamente lo que el tema en cuestión necesite.

GULP! - 1984

El Indio resumió perfect
amente la calidad del disco con el simple y contundente "Gulp es redondo". La mezcla y la la calidad del sonido dejan bastante que desear solo si se la compara con los discos posteriores. Hay quienes incluso critican (para mí es una exageración) la clara influencia del Pop de los '80 ("Te voy a atornillar", "El infierno está encantador esta noche").
Lo seguro es que en este disco, la banda dejó bien definida su identidad, con un sonido muy propio y totalmente caracterísitico. Donde mejor queda retrata
do es en los temas más "sombríos" ("Barbazul", "La Bestia Pop", "Superlógico", "Criminal Mambo"). Temas que, además, considero los mejores del álbum (aunque los laureles se los lleve la primera canción). En cuanto a las letras, el Indio ya empieza a hacer estragos con sus rompecabezas de metáforas retorcidas (esos de los cuales cada fanático obstinado tiene su interpretación inapelable y perfecta). Es interesante advertir que desde Barbazul asistimos a una constante de los mejores temas de Los Redondos, que es la estrecha vinculación entre la letra y la música. Más allá de la interpretación de la letra, la conjunción entre lo que se dice y lo musical está tan bien lograda que los climas generados son particularmente ricos.
Dato extra: único disco con coros femeninos... tradicionales pero efectivos (pienso en "Ñam fri fruli fali fru").

Oktubre - 1985

¿Porqué, me pregunto, Oktu
bre es leyenda? Dejo el interrogante abierto que más de un fanático podrá responder. Es, seguramente, el disco que mejor funcionó comercialmente, y para muchos el mejor de Los Redondos. No voy a menospreciar a los ricoteros argumentando que es fruto del arte de tapa (aunque, Catedral en llamas incluída, debe ser el más impactante de la discografía). Sin embargo, no es un disco en el que Solari y Beilinson hayan dado lo mejor de sus letras y composiciones. Quizás algo que le juega en contra al disco es el carácter extremadamente depresivo, roto esporádicamente por "Divina TV Führer" y que se vuelve tenso con "Jijiji". El disco empieza bien, pero luego "Preso en mi ciudad" nos sumerge en una seguidilla de temas que por separado son, tal vez, buenos, pero que en su conjunto hacen al disco difícil de digerir. Terminado el escarmiento, aclaro que no voy a blasfemar con un "Oktubre es malo". De la primera mitad del disco, mis favoritos son "Fuegos de Oktubre" y "Semen-Up", aunque el clímax llega de la mano del espectacular "Motor-Psico" para continuar con "Jijiji" y "Canción para naufragios" (con otro leitmotiv de saxo doblado con guitarra de esos que se graban en la memoria, al igual que en "La Bestia Pop"). El disco se va al caño (y acá nadie va a poder sacarme de mi lugar) con el descenlace ("Ya nadie va a escuchar tu remera"), tan incoherente con los temas anteriores que parece puesto en joda.

Un Baión para el Ojo Idiota - 1987

"'Un Baión' ya es otra cosa", es una buena forma de empezar a hablar del tema. De entrada se pueden señalar 2 aspectos novedosos sin haber escuchado el disco: se tomaron más de un año en hacerlo y hubo cambios en la formación (Walter Sidotti en batería por Piojo Abalos, Sergio Dawi en saxo por Willy Crook y se va Tito D'Aviero en guitarra).
El álbum es (ahora sí) de lo mejorcito de Los Redondos, con
ociendo toda la trayectoria. Musicalmente se les nota (al Indio, Skay y Semilla, si vamos al caso) la madurez que han alcanzado, aportando temas muy innovadores para el género que venían manejando. Canciones como "Aquella Solitaria Vaca Cubana" o "Vamos las bandas" (que no es jazz, pero tiene lindo swing y walking de bajo) hubieran sido inconcebibles en Oktubre o Gulp. En materia rock, terminan de definir un estilo propio y efectivo ("Noticias de ayer", "Vencedores vencidos", "Todo un palo", "Todo preso es político") que van a mantener (casi siempre con éxito) hasta Luzbelito. Al mismo tiempo, Skay rumbea para otro sonido, más cercano a Jijiji o a Criminal Mambo (o alterna, como en "Todo un palo"). Sorprende gratamente la primera composición aportada por Semilla Bucciarelli (bajo), "Ella debe estar tan linda", donde todos se lucen en sus respectivos roles dentro de un tema que bien podría ser un Rock & Roll tradicional.

BANG! BANG! Estás liquidado - 1989

Disco con altibajos, de acá hasta Lobo Suelto/Cordero Atado no van a haber innovaciones muy significativas. Mirando para adelante, se advierte el comienzo de una cierta tendencia a la repetició
n de un rock que no deja demasiado (los 2 primeros temas del disco) (punto conflictivo, ya estoy arremetiendo contra clásicos) y a la canción netamente comercial ("Esa estrella era mi lujo"). No obstante, escuchando disco por disco, al llegar a "Bang! Bang!" no se advierte demasiado, y está muy lejos de ser chocante.
"Un Pacman en el Savoy" es un muy buen tema, "Maldición, va a ser un día hermoso" es otro Rock & Roll magistral (una vez más, se nota enormemente el aporte de Skay) y "Nuestro amo juega al esclavo" es el broche de oro que de de por sí hace que el disco valga la
pena. Además de la impactante música (rock-juglaresca) tiene una letra más que efectiva.

La Mosca y la Sopa - 1991

Un disco bueno, con canciones potentes y muy elaboradaos. Curiosamente, los 2 temas que considero e
l cáncer del disco ("Un poco de amor francés" y "El pibe de los astilleros") tuvieron un éxito comercial enorme (para mí cualquier hit de Los Redondos vale más que un disco de Callejeros, pero si me la agarro con un tema es porque, para ser de ellos, se quedó cortísimo) ("Tarea Fina", otro tema zonzo al que le dedico un piadoso "simpático")
Con "Toxi-Taxi", "Queso Ruso
" y "Nueva Roma" demuestran que no se quedan sin ideas para el rock ricotero y que lo mantienen evolucionando. Con "Fusilados por la Cruz Roja" y "Blues de la artillería" (salvando las distancias), demuestran que no se quedan sin ideas... en general. Tema muy interesante, "Blues...", de hecho es el primero en el que el Indio se anima a sacar a relucir sus graves (señor registro tiene el Indio, y que los escépticos comparen los aullidos de "Dr. Saturno" con "La Piba de Blockbuster"). Otro atractivo: la expresividad del Indio al cantar la letra (o recitar, según la necesidad), un cantante muy consecuente con lo que dice (lo hace casi en todos los temas, elijo este porque es imposible obviarlo) ("Yo no soy de aconsejar... pero estás jodiendo al personal", "El acento del barrio... te sale mal...!").
El disco que dió el 2do tema de Bucciarelli (el conocidísimo "Mi perro dinamita") también tiene broche de oro: "Queso Ruso", un tema redondo cierra con una buena letra, estribillo más que potente, solo de guitarra con wawa y otras yerbas.

En Directo - 1993

Todo en vivo. Hay temas que ganan muchísimo ("Nuestro Amo juega al Esclavo", "Vamos las bandas", "Todo un pa
lo"), hay temas que están mejor que en el estudio ("Criminal Mambo", impecable interpretación), hay temas que salen perdiendo ("Yo no me caí del cielo"... una lástima, con lo lindo que es, pero casi no se escucha la letra) (ingenioso parche la "2da voz" que le hace Dawi al Indio, que en el estudio la había grabado... el Indio) y "Barbazul vs. el amor letal", versionado de pies a cabeza, funciona perfectamente (decir "mejor" es sacrilegio, pero le pega en el poste).

Lobo Suelto-Cordero Atado - 1994

Sin anestesia ni nada: opino que el album doble de Los Redondos es, paradójicamente, el peor de su discografía. No es que sea/n necesariamente malo/s, pero de una entrega doble de Patricio Rey, podía esperarse much
ísimo más. Los dos discos están saturados de un rock simplón y hueco, como si hubiera sido escrito por obligación o con apuro (prefiero creer que fue así). Lo mejorcito son los instrumentales ("Capricho Magyar" sobre todo) y temas como "Etiqueta Negra" (lejos de los grandes temas de albumes anteriores, pero bueno al fin) o "La Hija del Fletero" (archi-comercial y de guitarreada, pero Los Redondos eran capaces de hacer bien hasta eso). Después están esos súper-hit que me son tan incomprensibles como el "Fenómeno Oktubre", que son "Un Ángel para tu soledad" y "Caña seca y un membrillo". El primero es, al menos, "bonito". El segundo me parece simplemente impresentable.
Finalizo con lo "experimental" (obviando lo instrumental y haciéndolo más o menos breve) mencionando "Gran Lady"... Una incursión a lo "power" que podría haber dado para más. Sonar suena, no es un tema malo, pero (una vez más, y al igual que el resto de los temas) da la sensación de que se hizo a las apuradas (no viene por el lado de la paranoia o de especulación sobre presiones
inexistentes, hablo pura y explusivamente de cómo quedaron las canciones).

Luzbelito - 1996

Para algunos el mejor disco (cosa segura: uno de los más populares) de Los Redondos , para mí EL disco de transición. Y es que este album es, visto desde la trayectoria, muy rico, y muy coherente, de alguna forma.
En los próximos 2 discos, Los Redondos van a disparar para un campo musical que tiene poca relación con Lobo Suelto y sus predecesores. Y Luzbelito lo da a entender. Arranca con una canción "que nada que ver", "Luzbelito y las sirenas", y ahi se presenta el nuevo lenguaje: otra música, otro clima, al menos 2 Indios impecablemente sobregrabados... Y así son los primeros 5 temas: algo cambió, el rock de Los Redondos está girando para otro lado. El más normalito de estos 5 es "¡Cruz Diablo!" (no se entienda "poco elaborado" por "normal"), no asi los 3 que siguen. "Ella baila con todos" es una canción impecable, potente, con una onda árabe excelentemente lograda y una letra que no deja nada que desear (cosas del Indio... que puede hacer una buena letra en base a algo tan elemental como una mina que tiene recontra-caliente a la muchachada).
Me gusta ver a la segunda mitad del disco como una despedida (pero no como una despedida melancólica). La onda experimental es partida al medio con "Blues de la libertad": volvemos a un rock más accesible, más "tradicional", más cercano a los hits anteriores. No las veo como canciones brillantes, pero son, al menos, lindas canciones ("Mariposa Pontiac", por ejemplo). El cierre de Luzbelito es "Juguetes Perdidos", un himno insuperable y definitivo para algunos fanáticos más bien tradicionalistas. Es cierto: con este "guiño" se cierra una etapa. Para algunos, se acaba lo "bueno" de Los Redondos. Otros lo vemos como el inicio, si es que era posible, de algo todavía más original, jugado y (me hago cargo) mejor.

Último Bondi a Finisterre - 1998

Sí, definitivamente algo cambió. ¿Qué es esta suerte de base con gruñidos y chasquidos electrónicos? "Walter invadiendo la Tierra" o "Las Increíbles Andanzas del Capitán Buscapina en Cybersiberia". Hay gente que descalifica a este disco y a Momo Sampler por el solo hecho del pire hacia lo electrónico, o por la traición a la tradición ricotera. Algo que
está claro es que Los Redondos prácticamente no pudieron quedarse haciendo "más de lo mismo" por mucho tiempo. Es cierto que hubo una etapa de híper-hits más o menos homogénea a partir de "Bang! Bang!", pero eso no significa que la banda no viniera evolucionando. Tal vez el último quiebre (Luzbelito-El futuro) fue el más violento, razón por la cual entiendo que a mucha gente no le guste "Último Bondi". Los motivos están a la vista: el disco es (al menos) difícil de digerir y a partir de "El Árbol del Gran Bonete" se torna medio denso. Aún así es un álbum muy bueno, con muchos temas espectaculares. "El Árbol" mismo tiene momentos insuperables (solo de guitarra, la trompeta con sordina). "Estás frito, angelito" tiene algo muy parecido al sadismo y construye lenta e implacablemente un clima único de colapso inminente (Desde "hay buitres en la tele que quieren matar" hasta "vas a poner contacto y tu culo va a volar"). Mención especial para "Drogocop": la letra es brevísima e impecable, quizás una de las mejores de Los Redondos. Una aguda selección de palabras con la que logra decir muchas cosas. Ahora bien: la música, difícil. Al menos.
La batería de "La pequeña novia del carioca": otro golazo. Si no grabó y mandó efectos a todos los cuerpos por separados (creo sinceramente que está hecho así), ni idea de cómo lo hizo.
Con este disco volví a los finales efectistas. "Scaramanzia" es otro tema genial, muy lindo musicalmente y con una nostalgia y melancolía que se sienten. "Eso es to-to-todo amigos" es, finalmente, la puerta a lo siniestro. Un tema totalmente oscuro (como el disco que va a venir) plagado de gritos, lamentos y trasfondos de disturbios. Musicalmente, se hace un excelente uso de las máquinas y los sintetizadores, mientras presenta una estructura destinada a llevar la tensión al límite.


Momo Sampler - 2000

"La decadencia de la vida urbana", como lo definió Mariano del Mazo. Momo Sampler es una obra maestra, hermética y coherente con una idea que sobrevuela todo el disco: el grito desesperado por la podredumbre de una sociedad que parece caerse a pedazos. Sin embargo, Skay y el Indio son los únicos músicos que, a mi parecer, supieron hacer que una temática tan trillada lograra golpear directamente las neuronas del que escucha. Porque sobran bandas (omito géneros, están muy visibles a nuestro alrededor) que aturden con alaridos monótonos y denuncias textuales (donde la música es lo último). En Momo Sampler se cuenta un conjunto de historias, se pinta una serie de retratos que pueden ser independientes entre sí, pero que sumerjen al oyente en la letrina urbana del fumadero de opio moderno, del sexópata enajenado, de la sufrida prostituta, del burgués asustado, de la villera sin futuro.
Musicalmente ("una música que es la banda de sonido exacta de las letras", del Mazo) no se queda atrás. Los recursos electrónicos (Demuestran Solari y Beilinson) pueden aportar perfectamente a la causa del Rock Nacional y todos los temas tienen una potencia difícil de superar. Hay una serie de recursos comunes en las canciones que también son sello: la explotación de un único acorde hasta el infinito ("Morta.com", "Dr. Saturno", "Pool, averna y papusa", "Rato Molhado"), guitarras y voces sobregrabadas, bajos sólidos con peculiaridades (¿Afinado brutalmente hacia abajo en "Sheriff"? ¿Desafinado 1/4 tono en "Murga de los Renegados"?) y letras desgarradoras ("Sheriff", "Murga de la Virgencita").
Un comentario final: para aquellos a los que no les gustó bajo ningún punto de vista... otra oportunidad. Tuve que escucharlo al menos 3 veces para "entenderlo" (fuera de joda) y atornillarlo al podio.